Un reciente estudio realizado por un equipo de investigadores de Irlanda, Australia, Francia y Estados Unidos ha puesto de manifiesto los riesgos asociados al consumo de alimentos ultraprocesados, comúnmente conocidos como “comida chatarra”. Esta revisión sistemática, publicada en la revista The BMJ, se ha convertido en un referente al revelar al menos 32 efectos perjudiciales para la salud humana vinculados a estos productos.
Los alimentos ultraprocesados incluyen una variedad de productos que son omnipresentes en la dieta moderna, tales como bebidas gaseosas, snacks dulces y salados, caramelos, panes industriales, tortas, galletas, cereales azucarados y comidas listas para consumir. A pesar de su popularidad, las evidencias científicas sugieren que su consumo está relacionado con graves problemas de salud.
Los investigadores encontraron que una mayor exposición a los alimentos ultraprocesados está asociada con un incremento en el riesgo de desarrollar enfermedades graves, incluyendo cáncer, afecciones cardíacas, trastornos pulmonares, problemas de salud mental y muerte prematura. En particular, los resultados indican un aumento del 50% en el riesgo de muerte relacionada con enfermedades cardiovasculares y un incremento del 12% en el riesgo de diabetes tipo 2.
La revisión se fundamentó en 45 metaanálisis de estudios que involucraron casi 10 millones de participantes, y todos los estudios revisados fueron financiados sin la influencia de la industria de alimentos ultraprocesados, lo que refuerza la validez de sus hallazgos. A pesar de que algunos factores no medidos podrían influir en los resultados, la rigurosidad de la metodología empleada sugiere que estas conclusiones son sólidas.
El estudio también resalta que, aunque algunos esfuerzos como la reformulación de productos han sido realizados por la industria, estos no eliminan los riesgos asociados. Por ello, los investigadores hacen un llamado urgente a implementar medidas de salud pública, tales como el etiquetado frontal de los productos, la restricción de su publicidad y la prohibición de su venta en escuelas y hospitales.
Además, se sugiere promover el acceso a alimentos frescos y mínimamente procesados a través de incentivos fiscales y políticas públicas que prioricen la salud de la población. Las recomendaciones incluyen la creación de un convenio internacional sobre alimentos ultraprocesados, similar al que existe para el control del tabaco.
El Dr. Carlos Monteiro, experto en nutrición y creador de la clasificación NOVA, advierte que los ultraprocesados son fórmulas químicamente manipuladas que ofrecen escaso valor nutricional. Este tipo de alimentos, según Monteiro, no solo contribuyen a desequilibrios en la microbiota intestinal, sino que también pueden generar adicción y afectar la saciedad, lo que lleva a un mayor consumo.
Por su parte, la nutricionista Victoria Tiscornia resalta que en Argentina un tercio de las calorías consumidas provienen de ultraprocesados, destacando que los niños y adolescentes son los más afectados. La reciente legislación sobre alimentación saludable en el país, que incluye etiquetado y restricciones de publicidad, es un paso en la dirección correcta, aunque es urgente su correcta implementación y fiscalización.
En conclusión, el consumo elevado de alimentos ultraprocesados representa una amenaza significativa para la salud pública. Las evidencias científicas demandan una acción coordinada y urgente para reducir su consumo y promover una alimentación más saludable en la población.