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¿Qué es un escort y por qué no es lo mismo que una persona que ejerce la prostitución?

Escort: una figura distinta a la prostitución tradicional

Aunque a menudo se confunden, escort y prostituta no son sinónimos. Un o una escort es una persona que ofrece servicios de compañía remunerada, no necesariamente sexuales, y que suele contar con un alto nivel educativo, buena presencia y habilidades sociales que lo convierten en un acompañante de alto perfil.

Los servicios de un escort pueden incluir asistencia a eventos, viajes, reuniones o cenas privadas, y si bien la relación puede incluir sexo, no es el elemento central de la contratación.


Acompañamiento de alto nivel: las claves del mundo del escorting

El principal diferenciador entre un escort y una persona que ejerce la prostitución radica en el enfoque: el escort ofrece una experiencia completa de compañía, conversación y sofisticación, tanto en espacios públicos como privados.

Aunque el mundo del escorting ha sido históricamente femenino, hoy en día existen escorts masculinos, trans y no binarios, con creciente presencia en países como Japón, donde el fenómeno ha sido documentado ampliamente.


Controversia moral, legal y social

El tema genera debates profundos en términos sociales, especialmente cuando la actividad implica relaciones sexuales. A nivel legal, en España, la prostitución (incluido el trabajo como escort) no está regulada, lo que coloca a quienes ejercen esta labor en un limbo jurídico: no está prohibida, pero tampoco reconocida formalmente.

Este vacío legal genera desprotección para quienes se dedican a la actividad, y al mismo tiempo, preocupación por posibles vínculos con la trata de personas. Según datos de la ONU, el 15 % de quienes ejercen la prostitución en Europa serían víctimas de trata, aunque se estima que la cifra real podría ser mayor.


¿Actividad voluntaria o recurso de emergencia?

Si bien muchas escorts actúan de forma autónoma y con altos ingresos, es necesario analizar el contexto socioeconómico. Diversos estudios señalan que en algunos casos, las personas recurren a esta actividad como medida ante la falta de alternativas.

Esto ha provocado división en el feminismo: mientras sectores abolicionistas buscan prohibir toda forma de prostitución por considerarla explotación, otras voces defienden la legalización como vía para garantizar derechos y seguridad a quienes deciden ejercerla voluntariamente.


Conclusión:
Los escorts representan una figura compleja dentro del debate sobre la sexualidad, el consentimiento y la autonomía personal. Aunque la línea entre escort y prostitución puede parecer difusa, existen diferencias claras en el tipo de servicio, el control sobre las condiciones y la percepción social. Regular esta actividad podría ser clave para proteger derechos y reducir riesgos.