La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) alertó que la economía mundial se desacelerará en 2026, a pesar de la resiliencia mostrada durante 2025. En su más reciente actualización de Perspectivas Económicas, el organismo señaló que continúan presentes diversas fragilidades que limitarán el crecimiento global en los próximos años.
De acuerdo con el informe, el Producto Interno Bruto (PIB) mundial pasará de un crecimiento estimado de 3.2% en 2025 a 2.9% en 2026, antes de repuntar ligeramente a 3.1% en 2027. Esta desaceleración estará influida por el impacto acumulado de los aranceles impuestos recientemente, cuyos efectos completos aún no se reflejan en la actividad económica. Además, el comercio internacional continúa moderándose y varios países no han logrado retornar a sus objetivos de inflación, mientras que sus mercados laborales comienzan a mostrar signos de enfriamiento.
La OCDE anticipa que, aunque se prevén nuevas reducciones en las tasas de interés y ajustes fiscales moderados, estas medidas podrían no ser suficientes para compensar las presiones presupuestarias crecientes. El organismo estima que los mercados laborales seguirán relajándose, lo que ejercerá una presión adicional a la baja sobre el crecimiento de los salarios y la inflación.
Para los países miembros de la OCDE, la proyección de crecimiento es de 1.7% para 2026. En el caso del G20, se espera una expansión económica de 2.9%. Estados Unidos crecería 1.7%, Europa 1.2% y Japón 0.9%, mientras que las economías no pertenecientes a la OCDE registrarían un mayor dinamismo, con un crecimiento estimado de 3.9%.
Riesgos que amenazan el crecimiento global
El informe subraya que las proyecciones están sujetas a múltiples riesgos que podrían interactuar entre sí y afectar de manera distinta a las economías del mundo. Entre los más relevantes se encuentran:
- Aumentos o ajustes bruscos en las barreras comerciales, como aranceles más altos o controles más estrictos a las exportaciones. Esto podría debilitar el crecimiento global, incrementar la incertidumbre política y provocar disrupciones en las cadenas de suministro.
- Menor crecimiento o baja rentabilidad en inversiones relacionadas con inteligencia artificial, lo que afectaría la competitividad de diversas industrias.
- Volatilidad de los precios de criptoactivos, que podría generar riesgos financieros adicionales.
- Vulnerabilidades fiscales, especialmente en países con niveles de deuda elevados, que podrían presionar los presupuestos públicos.
La OCDE concluye que, aunque la economía mundial ha mostrado fortaleza en 2025, el panorama para 2026 exige cautela y políticas que respondan a un entorno global más incierto.
