La reciente huelga de estibadores en los puertos de Estados Unidos, que involucra a aproximadamente 45,000 trabajadores, ha comenzado a generar preocupación en el ámbito del comercio minorista. Este paro, el primero desde 1977, está causando el cierre de puertos desde Maine hasta Texas, lo que podría llevar a un aumento significativo en los precios de productos y a una posible escasez en el suministro durante un período crítico del año, especialmente con la cercanía de las festividades navideñas.
El sindicato de estibadores, representado por la Asociación Internacional de Estibadores (ILA), reclama un aumento salarial del 77% a lo largo de un nuevo contrato de seis años, así como la prohibición de la automatización en el manejo de carga en 36 puertos de EE. UU. Esta medida es fundamental, dado que estos puertos gestionan alrededor de la mitad de las mercancías que entran al país. La huelga se declaró a pesar de que se habían reportado avances en las negociaciones a última hora antes del paro.
El impacto de esta huelga es inmediato. Si el cierre de los puertos se extiende por varias semanas, es probable que los minoristas enfrenten un aumento en los costos de productos y, en consecuencia, trasladen esos costos a los consumidores. Esto es preocupante no solo para los grandes minoristas, sino también para pequeños negocios que dependen de un suministro constante de mercancías. La situación se complica aún más debido a la acumulación de desafíos en la cadena de suministro desde la pandemia de COVID-19, lo que ha llevado a muchos minoristas a adaptarse a la nueva normalidad de interrupciones frecuentes.
En un intento de mitigar el impacto de la huelga, algunos empresarios han comenzado a implementar planes de contingencia. Por ejemplo, empresas como Basic Fun, un fabricante de juguetes, han decidido cambiar sus envíos a puertos de la costa oeste para evitar las congestiones en la costa este. Esta estrategia, aunque efectiva, conlleva un aumento de costos que podría traducirse en precios más altos para los consumidores en el futuro.
La intervención del gobierno también es un punto de discusión. Aunque el presidente Joe Biden tiene la autoridad para invocar la Ley Taft-Hartley y suspender la huelga temporalmente, él ha expresado que no considera intervenir en esta negociación laboral.
De continuar esta situación, los consumidores podrían enfrentar escasez en productos esenciales y un aumento en los precios de artículos variados, desde alimentos hasta juguetes. La incertidumbre en la cadena de suministro, sumada a las dificultades de reabastecimiento, podría tener repercusiones significativas en el mercado, afectando tanto a los minoristas como a los consumidores en un momento en que la demanda es alta.