Elon Musk enfrenta uno de los mayores desafíos de su carrera: su empresa Tesla pierde terreno en China, el segundo mercado más importante para la marca, frente a competidores como BYD, Xiaomi y XPeng. A esto se suma una caída en la influencia política que Musk alguna vez tuvo con Beijing.
En mayo de 2025, Tesla vendió menos de 40,000 vehículos en China, una caída del 30% interanual, mientras que BYD controla ya el 29% del mercado de autos eléctricos e híbridos enchufables, muy por encima del 4% de Tesla, que en 2021 ostentaba un 11%.
Según el Wall Street Journal, Musk fue considerado durante años como un “caballo de Troya” útil para suavizar las tensiones entre Donald Trump y el gobierno de Xi Jinping. Sin embargo, tras su distanciamiento con el expresidente estadounidense, Musk perdió el favor de Beijing.
Además, Tesla enfrenta barreras tecnológicas y regulatorias en China. Su sistema de conducción autónoma (FSD) no puede operar por completo debido a las leyes de datos del país, y la compañía tampoco ha logrado instalar los servidores requeridos. Las restricciones estadounidenses al suministro de chips también han afectado su desarrollo local.
Otro factor clave es la desconexión cultural. Mientras el consumidor chino exige autos con pantallas múltiples, cámaras selfie, apps nativas y refrigeradores integrados, Tesla ha ignorado estas demandas. Marcas locales como Xiaomi sí las han incorporado, logrando captar al público joven.
Tesla planeaba un modelo específico para China, pero Musk canceló ese proyecto y apostó por una versión más barata del Model Y, que compite con el BYD Sealion 07, más accesible y con mejor autonomía.
A nivel político, Musk también ha perdido su valor como figura de enlace entre China y EE.UU. Aunque Beijing le dio acceso preferencial para construir la Gigafactory de Shanghái, hoy ya no lo considera un puente estratégico. En enero, tras una reunión fría con el vicepresidente chino Han Zheng en Washington, quedó claro que su rol como mediador ha llegado a su fin.
Entre errores estratégicos, disputas políticas y falta de adaptación al mercado local, Tesla se hunde en China, mientras Musk enfrenta las consecuencias de mezclar negocios con geopolítica.