La primera vez que Diana Ávila probó la marca Bissú fue cuando compró un lápiz delineador en los puestos afuera del metro porque había olvidado el suyo en casa. Le sorprendió que le duró todo el día y, desde entonces, le dio una oportunidad.
Ella adquiere los productos de la marca en Nissarana, una tienda ubicada en la calle de Correo Mayor, en el Centro Histórico, donde la planta baja es solo para sus cosméticos, que tienen una gama que va desde labiales, lápiz de ojos, cejas, hasta esmaltes para uñas. «Es una de las marcas que más se venden, es muy barata y de calidad”, dice una de las auxiliares de la tienda.
La fama de Bissú Cosmetics se ha hecho a partir de las recomendaciones de boca a boca, además de redes sociales, como TikTok, donde usuarias suben videos donde comparan la calidad de sus cosméticos con la de marcas que tiene un precio mucho más alto en el mercado.
Basta con poner el nombre de la marca en los buscadores de las redes sociales, como Instagram o YouTube, para que, además de los videos de “dupes” de productos, también arrojen las recomendaciones de los cosméticos de Bissú que realizan influencers que dan consejos sobre maquillaje y tips de belleza.
“La mejor promoción es la recomendación. Es el poder del consumidor”, dice Mario Alberto Nava, docente de la Escuela Bancaria y Comercial (EBC) y expero en mercadotecnia, quien añade que este fenómeno da más reputación y alcance a las marcas que la publicidad en medios o canales masivos.

En las plataformas de video, la empresa mexicana tiene canales en los que muestra sus productos nuevos, postea tutoriales de maquillaje y mantiene contacto con las compradoras.
Para el experto de la EBC, la compañía tiene un engagement con el mercado porque esta estrategia le funciona para presentar de forma visual sus productos y que las personas, sobre todo las de generaciones más jóvenes, quieran tener un maquillaje y aspecto similar. «Esto le da un carácter más cercano, más humano y tiene mayor conexión con los consumidores», dice el experto.
A esto se suma que, con su identidad en empaques, logra captar al mercado que apuesta por las marcas locales, una tendencia que ha crecido desde la pandemia.
La empresa Bissú Cosmetics fue fundada en 1991, “con el propósito de poner al alcance del mercado mexicano una amplia gama de productos de belleza”, se lee en la página de la agencia CFB México.
Los cosméticos de la compañía se manufactura en su planta de Huamantla, Tlaxcala, y son libres de crueldad animal, es decir, que no realizan pruebas en animales y no contienen ni plomo ni parabenos, un grupo de productos químicos utilizados como conservantes en productos cosméticos y de cuidado personal.